lunes, 9 de mayo de 2011

Franz Kafka; su vida y obras

Al lado de James Joyce, Robert Musil y otros más, Franz Kafka es sin duda uno de los escritores más destacados del siglo XX. Al conmemorarse el 80 aniversario de su muerte surgieron, como es natural en casos semejantes, declaraciones de una serie de especialistas que trataron de responder a incógnitas en torno a la vida del autor de La
Metamorfosis, El Proceso, El Castillo, América y muchos otros.
Si en algo coinciden los eruditos es que se trató de un escritor que superó su época, y que la fuerza de su obra va mucho, pero mucho más allá de las fronteras de este siglo.
Algunos han llegado a sugerir que se trató de un visionario, porque en la actualidad nadie narra mejor la sensación que las personas experimentan ante el mundo de nuestros días.
Franz Kafka nunca prestó mayor atención a la publicación de sus obras, porque para él lo importante era escribir, ya que así se autorrealizaba plenamente. Algunos especialistas han llegado a decir que ello representaba para él una especie de autoalumbramiento y purificación total de su ser.
A su amigo Max Brod debemos que se salvara y publicara la obra de Kafka, a pesar de que éste antes de morir le pidiera la destrucción de todos los diarios, cuentos y novelas.
La obra de Kafka peligró en dos oportunidades más. Primero bajo la bota de los soldados nazis que tenían la orden de destruir todo lo que fuese judío y después "la dictadura del proletariado" que apegada al materialismo dialéctico calificó a Kafka de autor metafísico sin mensaje alguno para el pueblo trabajador por lo que fue inscrito en la lista negra de los autores peligrosos para el régimen comunista.
La vida de Franz Kafka se vio marcada por un profundo sentimiento de inseguridad que en muchas oportunidades le llevó a destruir novelas completas, asfixiado por demonios internos que permanecerán anónimos para nosotros, su obra ha caminado por los senderos más extraños del mundo de la literatura. El propio Kafka, ni las censuras alemana ni comunista, pudieron silenciar el mensaje perenne de su obra. Un tanto irónico, o quizás curioso ha sido el hecho de que
la obra de Franz Kafka fuera publicada primero en francés y no en alemán, el idioma original. Intelectuales franceses como por ejemplo Albert Camus, Jean Paul Sartre, André Breton y otros, descubrieron la genialidad de Kafka y de su obra, por lo que buscaron la difusión de la misma.
Explicar por qué la obra de Kafka resulta tan fuera de lo común es una tarea sumamente compleja que requerirá todavía muchos estudios a cargo de varias generaciones de especialistas. Pero de seguro podemos decir sin temor a equivocarnos que la personalidad de Franz Kafka, descubierta a través de sus obras, es la de un escritor de características psicológicas excepcionales, que se movían entre la genialidad y la mayor inseguridad y temores infundidos imaginables. La realidad interna de Kafka supera toda fantasía.
Kafka se vio obligado a desarrollar una personalidad autosuficiente ante la falta de respaldo de la cultura de su entorno, que fue más bien cerrada y coherente.
Fue un desarraigado social. Si bien escribió en alemán, no logró compaginar del todo con la cultura germana. Algunos de sus estudiosos dicen que ello sucedió porque era judío, pero otros dicen que careció de sólidas raíces judaicas. A pesar de que sus padres eran judíos no fue educado según los cánones correspondientes, no aprendió yiddisch en su infancia y fue sólo después de adulto que empezó a interesarse voluntariamente por el judaísmo.
Un tercer grupo de estudiosos se inclina por sostener que Kafka no se puede poner en una categoría específica y decir que era judío o alemán, porque ante todo fue praguense. Y ser praguense en la época que vivió Kafka significó tener algo de alemán, algo de judío, pero también algo de checo.
Esta situación ha despertado una serie de disputas, porque mientras los primeros -digamos alemanes y judíos lo sienten muy suyo- los checos no terminan de ubicarle, utilizando como mayor argumento el tema del idioma. En una postura un tanto limitada algunos círculos sostienen que al escribir en alemán no puede formar parte del legado cultural del país. No debemos olvidar que los checos protagonizaron grandes luchas para la implantación y reconocimiento de su idioma. Y Kafka se mantuvo en una situación excéntrica en lo referente a las manifestaciones nacionalistas checas.
La ciudad de Praga, fue, es y será un cruce de caminos, un cruce de culturas que no siempre han sido compatibles. Otros intelectuales de la época de Kafka toparon con dicha realidad, sin embargo, con mayor facilidad optaron por alguna de las opciones y echaron fuertes raíces en los círculos intelectuales checos, judíos o alemanes.
No debemos entender la opción de Kafka como algo negativo, sino por el contrario, como algo que le permitió independencia absoluta y tomarse la libertad de no publicar o destruir su exteriorización artística, escapó de todo provincialismo y presiones de los grupos enfrentados estableciendo una vía propia que, sin buscarlo, convirtió su obra en un valor de dimensiones globales.
La difícil infancia de Kafka, caracterizada por los frecuentes cambios de domicilio, dentro de Praga, los complejos, temores y severidad de su padre, más el desarraigo en que se desarrollaba y muchas cosas más, lo llevaron a trasladar el foco de su atención hacia lo interior. Describía el mundo que le rodeaba pero no para hacer copartícipes a los demás, sino a sí mismo, porque, claro está que cuando se escribe un diario -con las características del de Kafka- se parte de que será para sí mismo y no para hacerlo de conocimiento público.
La terrible soledad, pues sus padres no le prestaban la atención debida ya que desde tempranas horas de la mañana estaban en la tienda, y la falta de afecto predispusieron un desarrollo diferente de su imaginación, de su inseguridad abominable, siempre se sentía
culpable y estaba a la espera de terribles castigos, tal como queda patente en sus novelas.
Alguien dijo que Kafka escribía para espantar los demonios, los espíritus y las,asfixiantes pesadillas que le asediaban aún cuando estaba despierto. Hermann Kafka nació en 1852 en Osek, localidad de Bohemia del Sur, en el seno de una familia humilde. Su padre era carnicero y en casa se hablaba checo. Fue un hombre de mucho talante que nunca olvidó las dificultades de la infancia, el hambre y la pobreza.
Estaba convencido de que lo único importante en la vida era el reconocimiento público.
Hacerse de buen nombre en la Praga del año 1900 era factible a través de la minoría alemana, integrada por las familias más adineradas y cultas de la sociedad de entonces. Hermann Kafka optó por la nota alemana. A pesar de haberlo estudiado en la escuela, el alemán de Hermann Kafka era muy deficiente, aún a los 30 años de edad. Se trató de una empresa muy difícil, porque sólo su esposa, Julie Lowy, tenía origen germano, ambos eran judíos. Julie Lowy y Hermann Kafka, tuvieron seis hijos. Georg murió a los dos años de edad, mientras que Heinrich antes de cumplir seis meses. Franz, el mayor, y sus tres hermanas, Elli, Valli y Otla, fueron educados en escuelas alemanas, respondiendo a la obsesión de su padre.
Nacido en Praga el 3 de julio de 1883, Franz Kafka fue "un niño frágil pero sano" dijo una vez su madre. Nació en la casa (U veze) de la Torre número 27, en la propia línea que separaba el barrio judío y el alemán, mezcla de culturas que marcaran su vida y su obra.
A lo largo de su vida Franz Kafka -con excepción de los últimos años afectado por la enfermedad- apenas se alejó del radio de la
Ciudad Vieja de Praga. Cuentan que una vez que miraba desde una ventana hacia la Plaza dijo: "allí estaba mi liceo, en aquel edificio que mira hacia nosotros esta la Universidad y más allá hacia la izquierda mi oficina -dibujó un círculo con el dedo y agregó- ahí se encierra toda mi vida".
LA VENTANA A LA CALLE
Quien vive en aislamiento, y querría, no obstante, de vez en cuando integrarse; quien en razón de los cambios de las horas del día, del clima, de las relaciones profesionales, o de cosas por el estilo, querría sin más ni más ver un brazo cualquiera al que poder agarrarse, no va a poder aguantar mucho tiempo sin una ventana a la calle. Y lo que sucede con él es que no busca absolutamente nada, y, como hombre cansado que es, pasea su mirada, apoyado contra el antepecho de su ventana, entre la gente y el cielo; y no quiere nada, y tiene la cabeza un poco echada atrás; así y todo, los caballos abajo lo arrastran consigo en su séquito de coches y ruido, y así, finalmente, en la comunidad de los hombres. Pero Kafka no era sólo penumbra y sufrimiento. No son justos aquellos que le niegan momentos de alegría, diversión, risas, deseos y placer. Dentro de su particular estilo de vida las mujeres desempeñaron un papel muy importante, aunque complicadísimo, como claramente se desprende de su obra, donde llegamos a encontrar muchos perfiles eróticos. Cuando sus hermanas crecieron, el universo femenino se fue convirtiendo, por clara oposición a los caprichos de las posturas viriles de su padre, en un refugio para el joven Franz Kafka.
Su madre se mantuvo siempre distante, pero a pesar de ello disponía de una suavidad natural que contrastaba con la rudeza del padre. El trato con las mujeres –debemos insistir de una manera muy particular- afinó y cultivó su sensibilidad que le permitió comprender la lógica de los sentimientos humanos.
Son pocos los trabajos sobre Kafka en los que se reconoce que a pesar de sus traumas, debilidad, inseguridades y enfermedad fue un seductor de grandes magnitudes. A lo largo de su vida buscó refugio en una mujer.
Sus amores fueron trágicos, con compromisos matrimoniales que se cancelaron a última hora. Sus amores fueron concretos, las mujeres que dejaron huella en su vida tuvieron nombre: Felice Bauer, Grete Bloch, Julie Wohryzek, y las más conocidas Milena Jesenská y Dora Dyamant. Milena Jesenská. Su padre, un comerciante, fue una figura dominante cuya influencia impregnó la obra de su hijo y (según Kafka) agobió su existencia. En Carta al padre, escrita en 1919, pero publicada, como casi toda su obra, póstumamente, Kafka expresa sus sentimientos de inferioridad y de rechazo paterno. A pesar de lo cual, Kafka vivió con su familia la mayor parte de su vida y no llegó a casarse, aunque estuvo prometido en dos ocasiones.
Su difícil relación con Felice Bauer, una joven alemana a la que pretendió entre 1912 y 1917, puede ser analizada en Cartas a Felice (1967). Los temas de la obra de Kafka son la soledad, la frustración y la angustiosa sensación de culpabilidad que experimenta el individuo al verse amenazado por unas fuerzas desconocidas que no alcanza a comprender y se hallan fuera de su control. En filosofía, Kafka es afín al danés Sören Kierkegaard y a los existencialistas del siglo XX. En cuanto a técnica literaria, su obra participa de las características del expresionismo y del surrealismo. El estilo lúcido e irónico de Kafka, en el que se mezclan con naturalidad fantasía y realidad, da a su obra un aire claustrofóbico y fantasmal, como sucede por ejemplo en su relato La metamorfosis (1915). Gregor Samsa, el protagonista, un voluntarioso viajante de comercio, descubre al despertar una mañana que se ha convertido en un enorme insecto; su familia lo rechaza y deja que muera solo. Otro de sus relatos, En la colonia penitenciaria (1919), es una escalofriante fantasía sobre las cárceles y la tortura.
Contraviniendo el deseo de Kafka de que sus manuscritos inéditos fuesen destruidos a su muerte, el escritor austriaco Max Brod, su gran amigo y biógrafo, los publicó póstumamente. Entre esas obras se encuentran las tres novelas por las que Kafka es más conocido: El proceso (1925), El castillo (1926), y América (1927). Pese a haber estudiado Derecho en la Universidad de Praga, Kafka encontró un trabajo en una compañía de seguros hasta que la tuberculosis le obligó a abandonarlo. Intentó reponerse primero junto al lago de Parda y después en Meramo, hasta que en 1920 tuvo que internarse en el sanatorio de Kierling, cerca de Viena, donde murió el 3 de junio de
1924.

La novela del siglo XX: técnicas narrativas

1. Las vanguardias literarias, surgidas en los inicios del siglo XX, van a trastocar todas las técnicas anteriores, y en todo momento van a alzar sus voces contra la novela del XIX.
El inventor del Psicoanálisis, Sigmund Freud, va a ser uno de los pilares sobre los que se asientan las nuevas técnicas.
Efectivamente, Freud, con su tratado sobre la influencia del subconsciente en la vida humana, resumida en el libro Interpretación de los sueños, va a variar completamente la percepción de la realidad por parte de los novelistas.
El americano HENRY JAMES va a ser el gran maestro en el que se fijan los novelistas europeos.
Con el Modernismo se inician una serie de innovaciones en la novela europea, llevadas a cabo por Virginia Woolf y otros escritores del “Grupo de Bloomsbury”.
También James Joyce será uno de los precursores de la nueva novela con el empleo del monólogo interior.
* Autores como Marcel Proust (que aporta como principal novedad la
introspección, el autoanálisis), que pone en juego su admirable capacidad de observación en las descripciones, capaz de hacer importantes reflexiones morales y psicológicas. Rompe la línea tradicional de la novela para mezclarla con otros géneros
-el ensayo, por ejemplo-. Prescinde también de la línea cronológica, jugando con el
tiempo en constantes flash-back.
* Sin embargo, la experimentación tiene su punto culminante en James Joyce, del que se ha dicho que es un sistemático destructor de mitos. En su obra se mezclan las más variadas técnicas: narración, debates dialécticos, parodias lingüísticas, monólogo interior,...
Su estilo resulta una mezcla chocante de arcaísmos, cultismos, vulgarismos, onomatopeyas, aliteraciones, juegos fonéticos,...
Su peculiar estilo está magistralmente plasmado en su obra genial Ulises (1922)
2. La llegada de la Gran Guerra (1914-1919) supondrá una nueva visión de la realidad y del mismo modo que ocurrirá en España tras la Guerra Civil, la nota característica de esta etapa de la novela de postguerra es el reflejo amargo de la vida cotidiana, con un enfoque existencial. Los grandes temas que aparecen son: la soledad, la inadaptación, la frustración. Los personajes son seres desarraigados, marginales, desorientados o angustiados.
En definitiva, todo refleja un malestar social.
Los autores son, fundamentalmente franceses: Sartre, Camus, Beauvoir…
El nihilismo, el existencialismo serán los fundamentos de esta etapa.
3. La generación perdida (The Lost Generation) influenciada por Gertrude Stein –la mecenas del grupo-
Entre las técnicas utilizadas destacan:
- El OBJETIVISMO que consiste en ofrecer un tratamiento sin aparente intervención del autor: su máximo exponente es limitarse a describir la pura conducta externa de individuos, recogiendo sus palabras, sin comentarios ni interpretaciones
- El REALISMO CRÍTICO que consiste en denunciar las desigualdades e injusticias desde posturas dialécticas.
* Las influencias más importantes de esta novelística son de G. Lukáks –realismo crítico-; y los representantes son J. Dos Passos, J. Steinbeck, W. Faulkner, E. Hemingway, F. Scott Fitzgerald.
* TÉCNICAS Y ESTILO
La estructura del relato suele ser sencilla. Se prefiere la narración lineal. Las descripciones son funcionales. Todo se desarrolla en un corto espacio de tiempo.
También presentan un gran esfuerzo las novelas de personaje colectivo. Pero sobre todo hay un rechazo a la novela psicológica.
El novelista se convierte en una especie de cámara cinematográfica. Tiene lugar la desaparición del autor.
El diálogo ocupa un lugar preeminente en las novelas sociales. Como
consecuencia de ello, el lenguaje, que adopta un estilo de crónica, sufre un empobrecimiento.
* William Faulkner, un autor excepcional, es el gran maestro americano, que va a ser tenido en cuenta. Su gran aportación es: el tono sombrío con que pinta un mundo en descomposición. Es capaz de dar verosimilitud a lo macabro, a lo grotesco, a lo anormal. El autor nunca explica, sólo presenta escenas, de modo inconexo. Su obra más representativa en este sentido es El sonido y la furia donde incluye varios puntos de vista, incluido el de un retrasado mental.
4. Otros autores de la mitad de siglo
1.- D.H. LAWRENCE: El amante de Lady Chaterly
2.- E.M.FORSTER: Pasaje a la India
3.- T. MANN: Muerte en Venecia, La montaña mágica
4.- G. GRASS: El tambor de hojalata
5.- J. CONRAD: Lord Jim, Agente secreto
6.- G. GREENE: El poder y la gloria
7.- A. HUXLEY: Un mundo feliz
8.- G. ORWELL: 1984, Rebelión en la granja
5. La novela de postguerra
1.- The Angry Young Men fueron un grupo de escritores británicos de mediados del siglo XX.
Sus obras expresan la amargura de las clases bajas respecto al sistema sociopolítico imperante de su tiempo y la mediocridad e hipocresía de las clases media y alta.
· Kingsley Amis
· John Braine
· William Cooper
· Michael Hastings
· John Osborne
· Harold Pinter
· Alan Sillitoe
· John Wain
· Arnold Wesker
2.- Protesta social (también relacionados con los Angry Young Men): A. SILLITOE,
J. WAIN
3.- Novela universitaria: M. BRADBURY, D. LODGE
4.- Le nouveau roman: M. DURAS, A. ROBLE-GRILLET
* El nouveau-roman francés, que se rebela contra las formas anteriores e inicia también una renovación, es también punto de partida obligatorio. Sus aportaciones son: rechazo a la novela de tesis o de intención social, autonomía de la obra literaria, valor de lo subjetivo (el subjetivismo es el rasgo dominante de estas novelas).
5.- J. FOWLES: El Coleccionista, La mujer del teniente francés, El mago, Capricho,
6.- Los americanos: T. WOLFE, H. MILLER: Trópico de cáncer, J. STEINBECK:
La perla, T. CAPOTE: A sangre fría, J.D. SALINGER, J. UPDIKE, S. BELLOW
7.- W. GOLDING: El señor de las moscas
8.- Novela postmodernista: P. ACROYD, J. BARNES, A.S. BYATT: Posesión, R.
TREMAIN: Restauración, M. DRABBLE: El camino radiante
9.- M. KUNDERA: La insoportable levedad del ser
10.- Otros nombres: J. SARAMAGO, S. TAMARO…
6. El poder de las minorías
1.- Novela africana: W. SOYINKA, N. GORDIMER
2.- Novela caribeña: J. KINCAID
3.- Novela australiana: K. MANSFIELD, E. JOLLEY
4.- Novela chino-americana: A. TAN: El club de la buena estrella
5.- La novela chicana
7. La nueva novela hispanoamericana
* El boom de la narrativa hispanoamericana deja también su influjo en la novelística del momento. Su éxito se gesta desde 1968 en París. Cortázar, Fuentes,
García Márquez, Vargas Llosa, Carpentier, Borges, Rulfo traen nuevos enfoques servidos por nuevas técnicas, que van a servir de aires nuevos para la novelística.
El realismo mágico es la principal aportación de esta novelística, a la que hay que añadir la técnica de la caja china, de la ruptura espacio-temporal, de la introducción de mitos, etc.
Los más recientes representantes son: Á. MUTIS, A. BRYCE ECHENIQUE, C.FUENTES, J. DONOSO, M. BENEDETTI, I. ALLENDE, A. SKÁRMETA, J.M.ARGUEDAS,
PROCEDIMIENTOS NARRATIVOS
Las más importantes novedades tienen lugar en el campo de la técnica narrativa:
- La posición del autor y el punto de vista. Frente al autor omnisciente, se propugna la desaparición del autor. El punto de vista puede ser ÚNICO (si se reduce el ángulo de visión a un solo personaje), o MÚLTIPLE (si se enfoca desde varias perspectivas marcadas por distintos personajes), dando lugar a la técnica del PERSPECTIVISMO.
No obstante, en numerosas ocasiones el autor vuelve a reclamar su derecho a intervenir, como en Tiempo de silencio, y entonces, al dejar patente su condición, surge de nuevo el autor omnisciente.
- El tratamiento de la anécdota es otra de las tendencias surgidas en la nueva novela.
El argumento queda relegado a un plano secundario. Esto es particularmente importante en las novelas colectivas (La Colmena)
- Procedimientos de estructuración. Desde el punto de vista externo, surge una nueva unidad: la secuencia (Por ejemplo en Tiempo de silencio), o casos en los que no hay ningún corte.
La estructura interna puede presentar la técnica del contrapunto, en el que varias historias se combinan y se complementan. También puede aparecer la ruptura temporal, el desorden cronológico.
- Los personajes pueden llegar a desaparecer; sin embargo, el personaje individual persiste. Lo característico del personaje es que está en conflicto consigo mismo, deseoso de encontrar su identidad; un personaje borroso, anulado y zarandeado por sus circunstancias (Tiempo de silencio).
- Las personas narrativas o el punto de vista. La tercera persona puede responder a un narrador omnisciente; pero también puede restringir su punto de vista a un solo personaje. La primera persona es muy restringida y si se presenta es para presentar a ese protagonista en crisis. La segunda persona narrativa es muy abundante (Cinco horas con
Mario, de Delibes; Mrs. Cadwell habla con su hijo, de Cela) y representa a un desdoblamiento del narrador-protagonista que dialoga consigo mismo, o un personaje al que el narrador se dirige.
Sin embargo, dada la amplia libertad narrativa, en una misma novela pueden alternar todas las modalidades (tercera para narraciones, primera para monólogo interior...). Así en La muerte de Artemio Cruz de Carlos Fuentes aparecen todas las modalidades.
- Diálogos y monólogos. Uno de los rasgos más característicos de nuestra novela más reciente es la disminución del papel del diálogo en favor del estilo indirecto libre y el monólogo interior.
Una de las técnicas más importantes de la nueva novela es el monólogo interior.
Consiste en reproducir en primera persona los pensamientos callados de un personaje, tal como brotarían de su propia conciencia. De ahí que aparezca de forma incontrolada, según el fluir del propio pensamiento. Da lugar a un lenguaje lleno de elipsis, sintaxis deshilvanada,...
Es la técnica usada por Joyce en el Ulises, o por Luis Martín Santos en Tiempo de silencio.
- Las descripciones dejan de ser un simple marco y adquieren valor por sí mismas. En ocasiones tienen valor metafórico, como en Tiempo de silencio.
- Elementos discursivos. Frente al objetivismo, donde se excluían todo tipo de comentarios ideológicos, en la nueva novela tienen cabida todo tipo de digresiones.
Éstas se relacionan con la aparición de la voz del autor, que se permite opinar sobre todo. Además la novela tiende a absorber elementos de otros géneros, especialmente el ensayo. Estas digresiones discursivas se manifiestan frecuentemente en Tiempo de silencio (cuadro de Goya, Cervantes, filósofo,...).
- Renovación estilística que afecta a todas las manifestaciones literarias y que alcanza su punto culminante en la novela.
Alguna de estas novedades ya han sido citadas (monólogo interior, estilo indirecto libre, segunda persona narrativa...). Otras innovaciones importantes son:
* ruptura de fronteras entre prosa y verso, dando gran importancia a la función poética
* se exploran todas las posibilidades de la frase, desde la muy larga a la muy corta, buscando nuevos efectos.
* incorporación de elementos extraños a la novela como informes, anuncios, textos periodísticos,...
* artificios tipográficos, como ausencia de signos de puntuación, tipos especiales de párrafos (por ejemplo, en forma de verso), uso de distintos tipos de letra, ...
- Incorporación del lector como elemento activo. Para ello se le presenta la obra como un enigma a descifrar.

Realismo Ruso

El contexto sociohistórico
Rusia se incorpora al conjunto de la literatura europea a lo largo del siglo XIX, especialmente con el Realismo.
Las condiciones sociales e históricas tienen características específicas a lo largo de la segunda mitad del siglo y tendrán su reflejo en la literatura realista. Señalemos que Rusia es un país agrario, con una burguesía muy escasa, concentrada en
Moscú y San Petersburgo, en la que dominan los grandes terratenientes y aristócratas sobre una gran masa de población campesina ligada a la propiedad de la tierra como siervos de la gleba. Bajo el reinado de Alejandro II se produjo uno de los hechos más importantes de la historia rusa, la abolición de la servidumbre, si bien la medida no favoreció económicamente a los campesinos. Rusia, que había vencido a Napoleón, se ve acosada por su enfrentamiento con el imperio turco y aumentan las ansias revolucionarias: anarquismo (Bakunin era ruso), nihilismo, terrorismo, populismo, son movimientos en los que se ven envueltos intelectuales y universitarios.
Tras la subida al poder del zar Alejandro III en 1881 la tensión entre los partidarios de la occidentalización (defendida ya por Pedro I el Grande entre finales del XVII y principios del XVIII), que promueven el constitucionalismo, las libertades y la modernización, y los defensores de la tradición rusa, de la Santa Madre Rusia, (los eslavófilos, los defensores de la religión ortodoxa o los partidarios de formas tradicionales de propiedad colectiva), se resuelve a favor de los últimos pues el zar ejerce un poder autocrático y represivo.
2. Características del realismo ruso
La novela realista rusa reflejará esta realidad, tan distinta de la realidad francesa de las novelas de Flaubert y
Balzac, o de la realidad inglesa que vemos en Dickens o de la que reflejan nuestros Galdós o Clarín. La novela rusa fue conocida en toda Europa y tuvo influencia en los escritores realistas españoles. Pero en todos los realistas late el mismo deseo de reflejar la realidad contemporánea y desde posturas que no son ni asépticas ni conformistas. Características de los novelistas realistas rusos:
a. El mundo de las ciudades, especialmente San Petersburgo y Moscú, aparece reflejado tanto en los ambientes aristocráticos como burgueses, a menudo ligados a la corte.
b. Importancia del tratamiento del mundo campesino y su miseria, y de los sectores depauperizados de las ciudades.
c. Atención a personajes singulares, y al profundo análisis psicológico, moral y espiritual, incluso místico, ligado este tanto a la espiritualidad ortodoxa como al moralismo de los movimientos revolucionarios.
d. La perspectiva omnisciente de la voz narrativa en 3ª persona es general y está en consonancia que la postura crítica del autor ante los hechos relatados.
Dos excepcionales escritores representan dos corrientes literarias en el ámbito del realismo y de la conformación de la novela moderna: por un lado está Dostoyevski, en cuyas novelas se percibe un tratamiento dramático de los conflictos
de la psique humana, continuando la tradición que viene de la tragedia griega y pasa por Shakespeare: el mal, la culpa, la expiación, el pathos…, no en vano S. Freud se fijará en él; por otro lado tenemos a L. Tolstói, que representaría la línea épica en el tratamiento del héroe y de su tiempo; podríamos añadir una tercera tendencia, la lírica, en la que encuadraríamos a Gógol y Chéjov, con su visión tierna y melancólica de personajes corrientes que se desenvuelven en ambientes cotidianos.
3. Autores
NIKOLÁI V. GÓGOL
Se le considera el introductor del realismo en Rusia, con análisis minucioso de ambientes y crítica social, incluso en contra de su temperamento dado a lo visionario, a una religiosidad mística y con tendencia al desequilibrio patológico.
En su literatura hay rasgos románticos y fantasiosos, y también una tendencia al pesimismo y una búsqueda de alma interior que lo llevará a conflictos con la autoridad religiosa, como luego le sucederá a Tolstoi. En Almas muertas, el protagonista, arruinado, tiene la idea de hacerse vender almas muertas para obtener préstamos y tierras, hasta que se ve obligado a huir una vez descubierto su enredo.
Son muy conocidos sus relatos, el más famoso es El abrigo (Dostoyevski dijo que todos los escritores habían salido de este cuento): El argumento de este relato largo (o novela corta), una de las piezas maestras de Gogol y de la literatura universal, es muy sencillo: un pequeño funcionario de San Petersburgo decide hacerse un abrigo nuevo. Ante la imposibilidad de añadir más arreglos al viejo, sólo le queda la opción de hacer un enorme desembolso y pagar al sastre…o morir de frío en el duro invierno petersburgués. Al mismo tiempo, esta prenda nueva le elevará mental y moralmente de condición y categoría, hasta el punto de hacerle objeto de las burlas y el escarnio de sus compañeros de oficina. Apenas estrenado el abrigo, una noche cuando sale de la fiesta de uno de sus superiores, unos desconocidos le asaltan y le roban el preciado abrigo. Como consecuencia de este golpe fatal (y del frío petersburgués), el pequeño funcionario muere, y su  fantasma se dedica a asaltar en ciertos puentes y calles de San Petersburgo a los viandantes solitarios, para arrebatarles sus respectivos abrigos. Es una sátira humorística de la sociedad y de la burocracia de Rusia.
Gógol, nacido en el impero ruso, pero en territorio que actualmente pertenece a Ucrania, escribió en lengua rusa pero con asuntos ligados a la cultura ucraniana, como en Taras Bulba, novela histórica sobre los cosacos.
TURGUÉNIEV
Aristócrata, fue el escritor más inclinado al occidentalismo. En sus relatos breves (por ejemplo Mumu, la historia
de un sordomudo y su perrita) recibe la herencia de Gógol, a la que agrega su típica melancolía lejana que llegará a su máxima calidad en Chéjov. De sus novelas citamos Nido de hidalgos, en la que se plantea la oposición entre occidentalismo y eslavofilia hacia la que se inclina, y también Padres e hijos, en la que se defiende ideas progresistas nihilistas.
ANTON CHÉJOV
Importante dramaturgo, autor de obras tan importantes como La gaviota, Tío Vania o El jardín de los cerezos, y también maestro del relato breve, en el que destaca su capacidad de sugerencia, el tono melancólico y su capacidad para describir personajes en los que se aúnan la humanidad y la sencillez, y los ambientes en los que se percibe su crítica social teñida de humor y ternura.
LEÓN TOLSTÓI
El conde León Tolstói es el gran patriarca de las letras rusas que reniega de su clase preconizando una suerte de utopismo pacifista y libertario de corte místico y evangélico, que lo lleva a ser excomulgado por la Iglesia ortodoxa, a vivir
con sus campesinos, a trabajar de zapatero y a instruirlos y a pretender entregarles la tierra, aunque su esposa lo impide, por lo que huye de ella.
En Guerra y paz relata con aliento épico el avance napoleónico desde la batalla de Austerlitz en 1805 hasta su derrota en Borodinó en1812 y su retroceso, en cerca de dos mil páginas. Considerada una de las novelas más importantes de la historia de la literatura universal, es una visión épica de la sociedad rusa entre 1805 y 1815, justo antes de la invasión napoleónica. Esta extensa narración, una de las obras maestras del realismo, por la que desfilan 559 personajes, conmemora relevantes batallas militares y retrata a conocidas personalidades históricas, pero es principalmente una crónica de la vida de cinco familias aristocráticas. Los personajes, perfectamente definidos por precisas descripciones físicas y por profundos análisis psicológicos que iluminan sus mundos interiores, muestran la visión que de sí mismos tienen tanto ellos como otros personajes a lo largo del tiempo. La sincera y espontánea Natasha Rosova, una de las más conocidas heroínas de la literatura rusa, que madura y pasa de ser una exuberante adolescente a convertirse en una sólida matrona, encarna el ideal tolstoiano de feminidad. En lo básico, el carácter de Natasha permanece inmutable, aunque a él se le añaden apéndices que conciernen al amor, el matrimonio y los hijos, y simboliza la optimista creencia de Tolstói en la plenitud de todos los estadios del desarrollo humano. Confirma los iconoclastas puntos de vista del autor ruso acerca de los procesos históricos, que aparecen expuestos en los capítulos más filosóficos de la novela. Para él, la historia es el resultado de motivaciones anónimas y de acontecimientos personales, en lugar de los grandes eventos públicos promovidos por los líderes nacionales.
De Guerra y Paz emana una filosofía extremadamente optimista, que atraviesa los horrores de la guerra y la conciencia de los errores de la humanidad, lo que constituye el mensaje principal de la obra, escrita durante un periodo particularmente feliz de su vida.
Otra novela importante es Ana Karenina, que constituye una de las mejores novelas psicológicas de la literatura moderna. En ella utiliza los mismos métodos creativos realistas que en sus primeras obras, pero presenta una unidad artística mucho más sólida, y la exuberancia deja paso al pesimismo, pues la protagonista no logra resolver sus conflictosinternos. La pasión adúltera que Ana siente por el joven oficinista Vronsky, en la ciudad de San Petersburgo, contrasta fuertemente con la sana unión que existe entre Kitty y Constantin Levin y la plenitud de su vida en el campo. Ana se enfrenta a todas las convenciones sociales hasta llegar a su suicidio. En esta novela se observa la crítica social hacia la aristocracia y las preocupaciones de Tolstói por las religiónes y por la emancipación de los campesinos y su búsqueda de un ideal de vida libertario y naturista.
Citemos también otras novelas breves como Los cosacos, sobre este pueblo, La muerte de Ivan Illich, crítica social a la burocracia rusa y Hadji Murat, en la que narra la derrota de un héroe chechenio en su lucha contra los rusos y contra otros caudillos independentistas.

Características generales del Realismo europeo

1. Contexto sociohistórico
La revolución de 1848 da paso a una época de expansión demográfica y gran desarrollo industrial y comercial: el desarrollo tecnológico con nuevos inventos (telégrafo, teléfono, barcos de vapor, acero, aspirina…), la aparición de un sistema financiero basado en la bolsa, la industrialización, la expansión del colonialismo europeo en busca de nuevas materias primas, son fenómenos que hablan del afianzamiento del poder de la burguesía. Sin embargo, nuevas tensiones políticas y sociales se anuncian con la lucha del proletariado y la lucha de las organizaciones obreras en la segunda mitad de siglo: en 1848 se publica el Manifiesto comunista, en 1864 se forma la Primera Internacional.
El positivismo representado por Auguste Comte será la filosofía de este nuevo momento: rechaza la especulación metafísica o idealista y defiende la necesidad de investigar objetivamente los hechos observables . Su referencia son las ciencias experimentales que están en pleno auge: Darwin (El origen de las especies, 1859), Mendel, el desarrollo de la fisiología, de la sociología o de la psicología, son ejemplos de ese auge científico que acompaña al nuevo pensamiento positivista en una realidad de desarrollo y afianzamiento burgués.
Entre las ideologías que nutren el rechazo a las nuevas formas de explotación burguesa, además de la continuación del socialismo utópico y del anarquismo, encontramos el marxismo (el primer volumen de El Capital se publica en 1867), que propone un programa de acción revolucionaria basado en el análisis materialista histórico de la realidad.
2. El realismo literario
Hacia 1850 se puede dar por acabado el romanticismo europeo (aunque en España sus frutos más interesantes se dan en la segunda mitad de siglo, con Bécquer y Rosalía de Castro) y entre 1830 y 1860 se produce una revolución estética en Europa, el Realismo, que domina la segunda mitad de siglo. En 1850 el pintor Gustave Courbet expone sus cuadros con el título Le Réalisme, y en 1857 el escritor Champfleury afirma: “El Realismo pretende la reproducción exacta, completa, sincera del ambiente social y de la época en que vivimos”.
Tampoco está de más recordar la afirmación que Stendhal escribe en el prólogo a su novela El rojo y el negro:
«Una novela es un espejo que se pasea por un ancho camino. Tan pronto refleja el azul del cielo ante nuestros ojos, como el barro de los barrizales que hay en el camino. ¡Y el hombre que lleva el espejo en el cuévano será acusado por ustedes de ser inmoral! Más justo sería acusar al largo camino donde está el barrizal y, más aún, al inspector de caminos que deja el agua estancada y que se formen los barrizales».
Esta pretensión de reproducir la realidad contemporánea y de que la burguesía se reconozca como objeto estético se opone a la estética romántica en varios aspectos, pero hay que reconocer que el gusto romántico por lo local y costumbrista, su tendencia al detallismo descriptivo o su ambientación de los hechos históricos, en el pasado para los  románticos, en el presente o en el pasado cercano para los realistas, son deudas del nuevo movimiento con el que lo precede y con el que convive en unos años.
Como rasgos del realismo literario señalemos los siguientes:
a. Análisis científico de la realidad: los novelistas pretenden imitar el modelo científico de observación, por lo que la imaginación de los románticos se ve sustituida por la documentación rigurosa.
b. Verosimilitud de los argumentos: los personajes y sus conflictos son verosímiles, creíbles, y se desarrollan en ambientes reconocibles.
c. Atención a la realidad inmediata y análisis del medio social
d. Se abandona lo sentimental y el tono melodramático por el análisis psicológico complejo de los personajes.
e. El lenguaje de los personajes refleja su condición social y cultural, y se busca la precisión y la claridad.
La novela será el género por excelencia de la estética realista, pues permite crear mundos complejos y verosímiles, pero conviene recordar que El Quijote será un antecedente fundamental en la conformación del realismo y de la novela en cuanto género moderno pues no formaba parte de la preceptiva clásica: la atención a personajes de diversa condición social, que emplean el lenguaje que les es propio, la ilusión de realidad que pasa a ser objetivo del arte y es una realidad contemporánea y reconocible; junto a estos rasgos, que están en la literatura clásica española, en el Quijote se suma la figura de un personaje heterodoxo, loco, emblema de la enfermedad del “quijotismo”, que encontraremos en el “bovarysmo” de Emma, el idealismo romántico de Ana Ozores o en el príncipe Mishkin.
A partir de 1871 se desarrolla en Francia la escuela naturalista. Su creador, Émile Zola, defiende que la novela debe pasar de la mera observación de la realidad a la experimentación, entendiendo esta al modo científico, como la capacidad del novelista para interpretarla de acuerdo con su enfoque determinista según el cual el medio social y los condicionante biológicos determinan el comportamiento de los individuos. El naturalismo se suma al realismo, del que no
es fácil distinguirlo, aportando un mayor interés por los problemas sociales, por las enfermedades mentales y hereditarias y por los personajes marginales, así como un mayor atención a la observación y a la documentación. En España, Clarín incorpora rasgos naturalistas a su producción, por eso se habla de realismo-naturalismo. Hacia 1890 la novela europea tiende a apartarse del realismo y del naturalismo.
3. Características de la novela realista
La novela en cuanto género, con los antecedentes ya señalados, queda establecida en esta segunda mitad del XIX, y no solo en cuanto a sus características técnicas, sino también por el hecho del aumento de lectores (se incrementa la burguesía urbana, con mayor tasa de alfabetización y con mayor tiempo para la lectura) y de la difusión, siendo el periódico un medio usual y masivo de publicación por entregas.
Características de la novela realista:
a. Reproducción de la vida real y contemporánea, fundamentalmente urbana, (o del pasado inmediato), de acuerdo con el principio de verosimilitud, evitándose la pretensión moralizadora inmediata, la deriva fantástica o irreal de los argumentos y la ambientación en tiempos pretéritos y espacios lejanos
b. Profundización en el análisis de los grupos y clases sociales, con el conflicto entre los individuos y la sociedad como motor de muchos argumentos narrativos.
c. Pintura de los ambientes sociales característicos, en especial de los urbanos: la ciudad de provincias, las tertulias, el taller, el paseo, el casino…
d. Profundización en el análisis psicológico de los personajes, atendiendo a sus conflictos, a su conducta, a su interioridad.
e. Intención crítica del autor para quien la reproducción de la realidad sirve para reflejar los aspectos más negativos del funcionamiento social.
f. La voz narrativa dominante es la tercera persona con perspectiva omnisciente: interviene, a veces bajo una primera persona signo del autor implícito para enjuiciar o para hacer anticipaciones o retrospecciones. Sin embargo,
Flaubert (y otros autores como Clarín, o los naturalistas) reconoció la contradicción entre la omnisciencia de la voz narrativa y el proyecto realista de reflejar la realidad y abogó por lo que denominó impersonalidad
narrativa: trata de evitar esas intromisiones del narrador subrayando la narración otras perspectivas narrativas, como la objetiva y la visión desde o de cámara subjetiva.
g. El uso del estilo indirecto libre es una manifestación de la impersonalidad narrativa, por cuanto permite a la voz en
3ª persona manifestar el estado de conciencia del personaje sin intromisión de la omnisciencia. Los pensamientos más secretos del personaje, el flujo íntimo de su conciencia, se manifiestan ante el lector de modo objetivo, sin intermediación omnisciente: la novela del siglo XX
avanzará un paso más en esta técnica desvinculándola del estilo indirecto y encontrando en el monólogo interior y en el flujo de conciencia las formas definitivas que solo fueron posibles por la generalización del estilo indirecto libre en la novela realista.
4. Autores y obras
· Francia: es el lugar de nacimiento del Realismo.
STENDHAL: es el pseudónimo de Henri-Marie Beyle y puede ser considerado el precedente o punto de partida del realismo. En sus obras es un observador penetrante y un analista que no halaga a nadie; se opone al arrebato de la fantasía y busca un estilo simple que dice aprender de la lectura diaria del Código civil. Desmenuza las intrincadas reacciones anímicas de Julián Sorel, protagonista de Rojo y Negro, y sus ambiciones para superar la pobreza de sus orígenes en el marco histórico de su tiempo. En La Cartuja de Parma narra las aventuras del joven italiano Fabricio del Dongo en el proceso de disolución del imperio napoleónico en Europa. Con Stendhal la novela psicológica y la reconstrucción de los hechos históricos en los que se desarrolla la trama alcanzan un reconocimiento general.
HONORÉ DE BALZAC: autor de una obra inmensa, creador de la novela francesa moderna, es el autor de La Comedia humana, un impresionante fresco compuesto de más de noventa novelas, en que se revela como un consumado creador de caracteres. Muchos de esos personajes persiguen el dinero, el poder y el ascenso social, y se dejan arrastrar por pasiones destructivas. Balzac persigue con esta obra escribir La Divina Comedia de su tiempo. Eugenia Grandet es un relato en el que la avaricia de un hombre, el señor Grandet, se ve compensada por la bondad de su hija Eugenia.
GUSTAVE FLAUBERT: con él el realismo llega a su cumbre. Es un autor minucioso, tanto en la documentación escrupulosa que necesita para ser fiel al realismo de personajes, ambientes y hechos, como en el estilo, pues considera que
la perfección artística radica en la perfección de la frase, lo que lo lleva a una escritura lenta y obsesiva, producto de un trabajo solitario que prefigura las nuevas ideas de fin de siglo a favor del arte por el arte. Flaubert propone la impersonalidad narrativa para superar la perspectiva omnisciente de la narración, y así dar autonomía al mundo narrado, verosimilitud y objetividad, lo que lo lleva a dar peso al estilo indirecto libre. Salambô es una excepción en el realismo pues una novela histórica sobre las guerra de Cartago contra Roma, en la que destaca la capacidad de su autor para reconstruir la vida en Cartago. Madame Bovary es indudablemente su gran novela, que desató un proceso judicial por inmoralidad: es la historia de una mujer gris, embebida de romanticismo, que intenta superar su mediocridad y su insatisfacción en el adulterio, lo que la conduce al suicidio. La regenta tiene indudablemente puntos en contacto con esta novela, pero también con otras novelas de adulterio. La educación sentimental viene a ser la versión masculina, y con elementos autobiográficos, de cómo los sueños de gloria se acaban convirtiendo en ilusiones perdidas; no solo el análisis psicológico, también es un gran logro la capacidad de su autor para reflejar los acontecimientos revolucionarios de 1848 en
París.
ÉMILE ZOLA: es el creador del naturalismo, del que destacamos dos obras, La taberna, y Germinal, en la que cuenta la historia de una huelga de mineros.
· Inglaterra:
El gran representante del realismo inglés es CHARLES DICKENS, que llegó a ser muy popular en su tiempo gracias a la novela por entregas. Con él la injusticia social, los bajos fondos londinenses o la vida sombría de las ciudades de la revolución industrial en la época victoriana son la materia de novelas tan conocidas como Oliver Twist, David Copperfield
o Tiempos difíciles.
· Estados Unidos:
MARK TWAIN fue un novelista de abundante obra, con fuerte componente humorístico y crítica social. Citamos sus
Aventuras de Tom Sawyer.
NATHANIEL HAUWTHORNE, autor de La letra escarlata, en la que la sociedad puritana condena a una mujer a llevar bordada la letra A en color rojo como marca de adúltera.
HERMAN MELVILLE, autor de Moby Dick, novela de una imperecedera fuerza épica en la que el capitán Ahab perisigue obsesivamente a la gran ballena blanca, símbolo del gran leviatán, hasta perecer
· España: Galdós y Clarín

Fiódor Mijáilovich Dostoievski

Fiódor Mijáilovich Dostoievski, nacido en Moscú el 11 de noviembre de 1821, en un apartamento del hospital de Santa María para pobres, donde su padre era médico. En 1831, el padre adquirió las aldeas de Darovóe y Cheremoshniá, a cien kilómetros largos al sureste de Moscú. El nuevo terrateniente se comportaba con sus siervos con la misma brutalidad con que trataba a su mujer y a sus hijos. Un día de junio de 1839, en el camino entre las dos aldeas, el doctor apareció muerto, asesinado por sus campesinos. Fiódor y su hermano mayor Mijail se enteraron del suceso en la Escuela de ingeniería militar de Petersburgo, en la que habían ingresado a instancias del padre unos meses antes. La noticia provocó en Dostoievski el primer ataque de epilepsia, enfermedad que le perseguiría con saña hasta su muerte.
En las cartas a su familia desde la escuela, Dostoievski se queja con frecuencia de su situación personal; se encuentra «sin un kopek» y expresa su poca afición por lo que allí se enseña. Encerrado en su soledad espiritual, el único consuelo es la lectura de sus autores favoritos: Homero, Shakespeare, Balzac, Pushkin, Gógol, Hoffman, Súe, Dickens, todos ellos decisivos en su formación literaria.
Cuando en 1843 terminó la escuela, fue destinado a la sección de diseño del Cuerpo de ingenieros; aunque pronto abandonó el ejército para dedicarse por entero a la literatura. Con la vida de literato profesional, unida a una incontrolada pasión por el juego, comenzó para él el agobio material del que sólo se libraría al final de sus días. Así conoció de primera mano los barrios habitados por la burocracia pobre de la capital, donde la vida era monótona y sórdida.

La obra anterior a 1850
Dostoievski recreó esos ambientes en su primera novela Pobres gentes (Bednye liudi), publicada en 1846 en el Peterburgski sbornik, revista de Nikolái Nekrásov. La novela fue muy bien recibida por el público.
Después de leerla, Vissarión Belinski, el crítico más prestigioso de Rusia, exclamó alborozado: «¡Ha nacido un nuevo Gógol!». En Pobres gentes, Dostoievski sigue la línea iniciada por Gógol en sus Cuentos petersburgueses. El protagonista de Pobres gentes, Makar Dévushkin, es un «hombre pequeño», un humilde escribiente, situado en los últimos peldaños de la escala burocrática. El personaje tenía notables antecedentes en la literatura rusa. «Todos hemos salido de El Capote de Gógol», diría más tarde Dostoievski, frase que debía ser entendida literalmente: salir del vientre materno, no permanecer.
En la novela siguiente El doble (Dvoinik), publicada en 1847, Dostoievski mostraba una clara diferencia con el realismo de sus predecesores. El señor Goliadkin es un loco que en sus desvaríos descubre a un sosias que le persigue por doquier, hasta que Goliadkin le reta a un duelo. Hay aquí un análisis de los impulsos anímicos del personaje y se crea un ambiente en el que el terror se mezcla con la misericordia.
La misma línea realista siguen otras novelas y relatos de los años cuarenta: La dueña (Joziáika, 1847),
El señor Projarchin (Gospodín Projarchin, 1846), Noches blancas (Bélye nóchi, 1848), El árbol de Noé y la boda (Iólka i svádba, 1848), el comienzo de la novela Nétochka Nezvánova (1849) y otras, en las que los personajes son el funcionario marginado, el noble venido a menos, el intelectual pobre que ambiciona escapar de su condición.
Hasta Dostoievski, nunca la literatura rusa había mostrado con tal crudeza y nitidez que los hombres resultan víctimas de su condición social. Dostoievski se revelaba así como escritor realista, aunque con un talento especial para crear personajes psicológicamente muy ricos, y que hallaba lo fantástico en la realidad cotidiana.
Ya por entonces, V. Maikov apuntó certeramente: «Gógol es un escritor preferentemente social, mientras que el señor Dostoievski es preferentemente psicológico». Pero Belinski, empeñado en reclutar fuerzas para una literatura inspirada en la cruda realidad y socialmente comprometida, vio en las nuevas obras de Dostoievski una recaída en el romanticismo a lo Hoffmann, que el crítico ruso consideraba felizmente superado. «¿Se trata de un abuso o de una proeza de talento que quiere elevarse por encima de lo que le permiten sus fuerzas, que teme marchar por el camino cotidiano y busca para sí una vía fuera de lo ordinario?», preguntaba Belinski. Pese a esta crítica despiadada y parcial, el escritor conservó sus vínculos con el ensayista y su círculo.
En 1847 se hizo asiduo de las reuniones que convocaba en su casa Mijail Petrashevski, funcionario del Ministerio de Asuntos Exteriores. Los asistentes, jóvenes intelectuales de la nobleza y de la burguesía, discutían en animada tertulia cuestiones del socialismo europeo. Dostoievski se encontraba allí a gusto, atraído más por las definiciones éticas de un socialismo utópico que por los programas del socialismo práctico.
Allí se discutió la carta de Belinski a Gógol, en la que el crítico calificaba las últimas obras de éste de panegírico a los hábitos tártaros del poder zarista y le llamaba a retornar al camino de la literatura social. Entonces por toda Rusia circulaban profusamente copias manuscritas de la carta. Dostoievski tuvo acceso a ella en alguna de las reuniones del grupo, motivo por el cual, el 23 de abril de 1849 fue detenido junto con otros miembros del círculo. Tras ocho meses de confinamiento en la fortaleza de San Pedro y San Pablo de Petersburgo fue condenado a muerte, como autor de un «atentado contra la iglesia ortodoxa y el poder legítimo». En la madrugada del 22 de diciembre de 1849 los reos fueron conducidos a la plaza Semiónovskaia, donde debería tener lugar el fusilamiento. Llevaban la cara tapada con una capucha; en el momento de máxima, intolerable tensión, cuando el pelotón de castigo se disponía a disparar, se les comunicó que el emperador concedía la conmutación de la pena de muerte por la de cuatro años de presidio en Siberia y posterior servicio como soldados rasos en un batallón disciplinario.
Una fría mañana de invierno de 1850, Dostoievski, un preso más, con un rombo amarillo cosido en la espalda del chaquetón y la mitad de la cabeza rapada, ingresó en el presidio de Omsk, en Liberia Occidental. La estancia en la cárcel sería descrita en Apuntes de la casa de los muertos (Zapíski iz miórtvogo doma), publicada en 1862, su obra más autobiográfica, que Iván Turguéniev compararía con el Infierno de Dante.
Temporada infernal Las condiciones en la cárcel eran terribles. Los condenados llevaban los pies continuamente atados con cadenas de cinco kilos. El trabajo consistía en descargar gabarras en el río Irtish; Dostoievski tenía los pies llagados por el roce de los grilletes, de los que no le eximían ni los cada vez más frecuentes ataques de epilepsia. Pero nada le acongojaba tanto como la imposibilidad de leer y escribir. El Evangelio era su única lectura.
La lección más profunda que Dostoievski sacó de su convivencia con delincuentes comunes, bandidos y asesinos fue que los hombres allí encerrados tal vez «sean los mejores, los más íntegros, inteligentes y fuertes de todo el pueblo ruso». En el presidio, llegó a la conclusión de que todas las fórmulas de liberación social que proponían sus amigos de Petersburgo eran especulativas, tomadas prestadas de Europa, que en ningún caso habían nacido del conocimiento del pueblo ruso auténtico que ahora él, Dostoievski, conocía sin duda como ninguno de los intelectuales. Al mismo tiempo crecía en él la conviccion de que la única fuerza redentora era la religión, por el consuelo que podía aportar a aquellos desdichados.
En 1854, cumplida la condena en el presidio de Omsk, Dostoievski fue enviado de soldado raso a un batallón de castigo con cuartel en Semipalátinsk, también en Siberia. En enero de 1856, como un primer balance de su experiencia en el penal, escribió al poeta Apolón Grigóriev: «Los presidiarios no me asustaron: era el pueblo ruso, eran mis hermanos en la desgracia, y yo más de una vez tuve la dicha de hallar generosidad incluso en el alma del bandido, pude comprenderle precisamente porque yo mismo era ruso».
La nueva situación daba a Dostoievski la posibilidad de alquilar una habitación fuera del cuartel. Y de escribir. Finalmente, en 1859, obtuvo permiso para regresar a la Rusia europea, primero a Tver y después, a fines de ese mismo año, a Petersburgo. Retornaba tras diez años de penurias, más sensible a las desdichas humanas, pero también más convencido de que la lucha por la justicia social no traería al hombre la libertad espiritual. Con el desencanto de las ideas socializantes crecía en él una fe mesiánica en Rusia, llamada a desempeñar una misión especial ante la deshumanización de Occidente.
De esta manera, Dostoievski reanudó su actividad literaria con las novelas cortas El sueño del tío (Diádiushkin son) y El pueblo de Stepánchikovo (Seló Stepánchikovo). Aunque escritas en la nueva época, estas obras están basadas en su experiencia anterior al presidio y próximas a la línea realista de Pobres gentes.
Es como si con ellas quisiera recuperar el ritmo perdido. Son novelas, que, junto a la crítica de los males sociales, ponen de manifiesto un acentuado desencanto del escritor por las ideologías, un estado de ánimo que él mismo resumió en una frase: «Las convicciones cambian, el corazón es siempre el mismo». Ello motivó la acusación contra Dostoievski de ambigüedad política formulada por los críticos
Chernyshévski, Dobroliúbov y Písarev que, como Belinski, e incluso con mayor contundencia que éste, preconizaban la utilización del arte como arma exclusivamente social.
Humillados y ofendidos (Unízhennye i oskorbliónnye), la primera de las grandes novelas de Dostoievski, apareció en 1861. Está relatada en primera persona por Iván Petróvich, que se ha criado en casa de Ijménev, administrador del príncipe Valkóvski. Aliosha, hijo de Valkóvski, se enamora de Natasha, hija de Jjménev. El príncipe, que aspira a un mejor partido para su hijo, despide a Ijménev y le procesa. La novela está basada en reminiscencias de obras anteriores, muy especialmente de Pobres gentes, y sirve de tránsito entre el Dostoievski anterior y el posterior al presidio. Aunque aquí la novedad no sólo está en la mayor extensión del texto sino en una ampliación de los ambientes, en una mayor variedad de personajes, entre los que aparecen tipos sociales nuevos, como es el príncipe Valkóvski, que, pese a su título, tiene todas las características del burgués de nuevo cuño, implacable y sin escrúpulos.
Este retorno a situaciones anteriores no sólo se debe a una falta de vivencias nuevas. Al rememorar el pasado, el escritor efectúa una revisión de todo lo escrito antes de la cárcel a la luz de las circunstancias de los años sesenta. Esta revisión afecta de manera especial a todo el movimiento ideológico de los años cuarenta y a la figura de Belinski, cuya presencia en las páginas de Humillados y ofendidos es constante. Dostoievski se mueve aún por inercia; sobre él siguen pesando mucho los motivos de la primera etapa, pero ya tiene claro que él tiene una experiencia y una visión de la realidad completamente diferente y que su misión es decir una palabra nueva, distinta de la de la literatura anterior, que según él ya había agotado sus temas y sus ideas: «Toda esa literatura ha sido hecha por terratenientes. Ya dijo todo lo que tenía que decir (Tolstoi lo dijo magníficamente). Pero esta palabra terrateniente, en su expresión más sublime, ha sido la última. La nueva palabra que sustituya a la de los terratenientes, aún está por decir...»
Indudablemente, los escritores procedentes de la nobleza rural describían una realidad que, con sus luces y sombras, era tradicional. Ahora aparecía Dostoievski para analizar una realidad recién removida hasta las raíces, habitada por unos seres que no sabían cuál era su sitio en el mundo y a qué lógica obedecía su existencia.
La conversión del menestral marginado en ciudadano, la transformación del siervo oprimido en campesino libre o en obrero asalariado, fue un proceso lento y doloroso. «El mundo viejo, el orden viejo, muy malo, pero orden», anotaba Dostoievski en el Diario de un escritor, «desapareció para no volver. Pero, qué cosa más rara: los aspectos morales del orden anterior -el egoísmo, el cinismo, la esclavitud, la separación y venta de hombres- lejos de esfumarse con la erradicación de la servidumbre,  parecen haberse incrementado, multiplicado».
La soledad del hombre en esa sociedad naciente, en la que la pérdida de los viejos valores había producido un vacío ético y una disociación trágica entre la intelectualidad y el pueblo, se plasma con una claridad especial en Notas de un hombre del subsuelo (Zapíski iz podpólia), escrita en 1864. Dostoievski plantea allí, con una crudeza extraordinaria, la soledad del hombre de la nueva civilización urbana, que «no tiene dónde meterse», que divide la humanidad en dos partes, una constituida por él y la otra por todos los demás. Este personaje tan insólito tiene antecedentes literarios: son los «hombres superfluos» de la nobleza, que crearon Pushkin,n Lérmontov y otros escritores de la generación anterior. La trágica diferencia está en que a aquéllos la posición económica les permitía huir de su ambiente. El hombre subterráneo, por el contrario, es un pobre funcionario y su torre de marfil es un mísero cuchitril en el que padece su clandestinidad intelectual: se siente rata perseguida, odia a todos los hombres, los desprecia, quiere dominarlos y al mismo tiempo se siente «indefenso, sumergido en un caos de fuerzas oscuras», según Gorki. Una obra maestra
En 1866 vio la luz la novela Crimen y castigo (Prestuplénie i nakazinie), que se desarrolla casi en los mismos ambientes que Pobres gentes. Esa coincidencia ambiental permite medir mejor la evolución de Dostoievski como escritor y filósofo. El personaje central es el estudiante Rodión Raskólnikov que, empujado por la miseria, mata a una usurera para robarle. Tras el asesinato padece terriblemente su «desconexión con la humanidad» y finalmente, influido por las ideas cristianas, inicia el camino de resurrección moral. Su guía es Sonia Marmeládova, hija de un funcionario alcoholizado, que comercia con su cuerpo para dar de comer a sus hermanos menores.
A la consumación del crimen le sigue el castigo, que no es sólo el que le impone la justicia, sino la propia autocondena, la penitencia. Raskólnikov no es el criminal que encuentra razones para la autoabsolución. El autor demuestra que la violencia, aun cuando está animada por el deseo de hacer el bien, es intrínsecamente inhumana y que todo crimen, cualesquiera que sean sus motivos, es una violación de las normas éticas y humanas. Con estas ideas, traspuestas del plano individual al social, Dostoievski juzga el movimiento revolucionario de su tiempo como una reacción de hombres resentidos y ambiciosos.
Las revistas Vremia (1861-1863) y Epoja (1864-1865), que Dostoievski editó con su hermano Mijail, sirvieron al escritor de tribuna desde la cual opinó sobre los principales problemas de la actualidad y combatió los postulados filosóficos y políticos de Belinski y de sus continuadores. La publicación de las revistas hubo de suspenderse por razones económicas. Las muchas deudas le obligaron a firmar contratos auténticamente leoninos. Ese fue el caso de la novela El jugador (Igrok), de más de doscientos folios, que se comprometió a escribir en un mes, aceptando que, en el caso de no cumplirse el contrato, su editor, Stellovski, podría editar gratis lo que el novelista escribiera durante diez años. Una vez más, el fantasma de los apremios económicos le asediaba.
Tales premuras le obligaron a dictar la novela a una taquígrafa. La taquígrafa, Anna Snítkina, se convirtió en su segunda esposa, con la que se casó el 15 de febrero de 1867 (la primera había muerto en 1864).
El jugador contiene las huellas de la pasión de Dostoievski por el juego de la ruleta. El personaje central de la obra, Alekséi Ivánovich, relata en primera persona sus experiencias en una sala de juegos, entregado a una pasión que no logra superar.
El 14 de abril de 1867, los Dostoievski salieron en viaje de novios por Europa. Este viaje, calculado para tres meses, duró cuatro años. En ese tiempo vivieron en Dresde, Baden-Baden, Basilea, Ginebra, Vevey, Milán y Florencia. La inclinación del escritor por el juego de la ruleta convirtió el viaje en un drama continuo. Para seguir jugando, llegó a empeñar el anillo de boda.
Obras europeas En esos cuatro años de estancia en el extranjero (entre 1867 y 1871) escribió la novela El Idiota (Idiot) y los capítulos de otra, Hagiografía de un gran pecador (Zhitie velíkogo gréshnika), variante primitiva de Los hermanos Karamázov. Pero un acontecimiento que conmocionó a toda Rusia, el asesinato de un estudiante por sus compañeros de un grupo revolucionario, le hizo cambiar de planes y aceleró su regreso a la patria, adonde llegó totalmente arruinado.
El Idiota relata la historia del príncipe Myshkin, el héroe ideal, libre de todo egoísmo, que tiene centradas sus esperanzas en la bondad humana. Myshkin es un hombre enfermo, epiléptico, que quiere llevar a las gentes la idea de que la transigencia y el perdón pueden ablandar las conductas humanas.
Pero la dura realidad y el poder del dinero es superior a sus buenas intenciones y fracasa. Dostoievski no oculta la afinidad de su personaje con Don Quijote, que es sublime porque es ridículo.
En todas las novelas, Dostoievski plantea problemas éticos, filosóficos y sociales; no obstante, hay uno de estos aspectos que siempre prevalece sobre los demás: si en El Idiota son las cuestiones éticas, en Los Demonios irrumpe incontenible la candente actualidad política.
El argumento de Los Demonios (Besy) fue sacado del sonadísimo juicio contra Serguéi Necháev y sus cuatro cómplices, asesinos del estudiante Ivanov, al que acusaban de traidor. Con esa muerte Necháev pretendía cimentar su organización terrorista. Fue condenado a veinte años de prisión y murió tras diez años de reclusión solitaria. La mayoría de los escritores rusos de la época se mostraron atraídos por el hecho. Turguéniev, por ejemplo, lo reflejó en su novela Tierras vírgenes (Nov). Aunque nadie se sintió tan orgánicamente interesado como Dostoievski: el tema le venía como anillo al dedo, le brindaba la posibilidad de mostrar a unos personajes extraordinarios en circunstancias extraordinarias. Al mismo tiempo, el suceso confirmaba la tesis de Dostoievski de que mediante la acción revolucionaria los hombres ambiciosos y fracasados daban salida a sus frustraciones. En 1870, cuando se publicó, todos vieron la intención del escritor de ayudar al movimiento democrático ruso. Dostoievski no ocultaba sus intenciones cuando escribía a su amigo N. Strájov: «Confío mucho en la obra que estoy escribiendo ahora... pero no en el plano literario, sino en el tendencioso; tengo ganas de exponer algunas ideas, aunque en ello perezca mi arte literario».
Una lectura más profunda de la obra permite ver en su tema el desenlace de una crisis ideológica cuyos efectos acusó toda la sociedad rusa. El filósofo idealista Serguéi Bulgákov resumía así su idea:
«En ella Dios lucha con el diablo y el campo de batalla son los corazones humanos».
Siempre interesado por lo patológico y extremista, tanto en la selección de los hechos como en su valoración, Dostoievski podía, a través de la historia de Necháev, recurrir a lo hiperbólico, a la sátira desmesurada. En la novela, Necháev aparece representado en la figura de Piotr Verjovénski, prototipo del terrorista sin escrúpulos, que resume así su idea de la sociedad: «Uno es de todos y todos son de uno»; en esa sociedad «sólo será imprescindible lo imprescindible» y reinará «la obediencia completa, la impersonalidad total».
Otro personaje, Stavróguin, el jefe supremo, el hombre ideal para los demás personajes, es un trotamundos, desarraigado del suelo patrio, y por eso espiritualmente muerto.
Un crítico de la época calificó Los Demonios de «libro de la gran ira», definiendo así la carga emocional con que fue escrito. Hoy, despojada la obra de la anécdota inmediata, queda vigente su sentido profético: los razonamientos de los personajes se asemejan extraordinariamente a los que sirvieron para justificar ideológicamente los totalitarismos del siglo XX.Un diario de la memoria literaria
En 1873 y durante un breve periodo, Dostoievski redactó la revista «Grazhdanín», en la que publicó el comienzo del Diario de un escritor (Dnevnik pisátelia); posteriormente (en 1876-1877) el Diario apareció en forma de fascículos. En esta obra hallan cabida los géneros más variados: el comentario de política internacional o nacional, la crítica literaria, o las memorias sobre los escritores Belinski y Nekrásov; en ella también aparecieron terminados o esbozados algunos cuentos de Dostoievski como El sueño de un hombre ridículo (Son smeshnógo chelov'eko) y La dócil (Krotkaia).
En 1875 Dos toievski escribió la novela El adolescente (Podróstok). El adolescente es Arkadi
Dolgoruki, hijo natural que el terrateniente Versílov tuvo con una criada. Educado en un colegio para niños de la aristocracia, Arkadi es humillado por su baja condición social. El muchacho sueña con hacerse rico para vengarse de sus ofensores. Así se va incubando su odio hacia el resto de la humanidad. Pero en sus sueños de grandeza cabe también el deseo de hacer feliz a todo el mundo.
Otro héroe positivo es el vagabundo Makar Dolgoruki, padre adoptivo de Arkadi, que con su ejemplo enseña al muchacho que la verdad está en la santidad del pueblo ruso.
En cada personaje de Dostoievski se ha querido buscar abusivamente rasgos autobiográficos. En este caso se hace difícil ahuyentar la sospecha de que el adolescente tiene mucho que ver con el Dostoievski de su época de cadete. Al contrario que en Los Demonios, el escritor admite en El adolescente la validez de algunos postulados sociales de la democracia rusa. Por eso consideró aceptable publicar la novela en una revista dirigida por Nekrásov, con quien había compartido ideales de juventud.
El último período en la vida de Dostoievski fue muy distinto de los anteriores: por fin, gracias al talento práctico de su mujer, pudo vivir sin deudas; su nombre se hizo conocido en Europa; en Petersburgo, las primeras familias de la aristocracia procuraban tenerlo entre sus invitados. Pese a que esto le halagaba, supo preservar su independencia y sinceridad.
Pero nunca logró poner orden en su alma, nunca pudo acabar con sus tremendas dudas filosóficas y sociales. Especialmente dotado para describir las contradicciones de su época, siguió siendo sacudido por las pasiones trágicas de la sociedad.
A comienzos del año 1878, comenzó a trazar el plan de su última novela Los hermanos Karamázov (Brátia Karamdzovy), que debía tener dos partes. Terminada la primera en 1880, decidió aplazar la segunda durante un año. La obra, cuyo eje central es el choque entre el libertino Fiódor Karamazov y sus cuatro hijos, tres legítimos: Dmitri, Ivan y Alekséi, y el cuarto, Smerdiakov, hijo natural, encama todo lo depravado de una familia de la nobleza en decadencia; el maligno «espíritu karamazoviano» es un componente sustancial del carácter de cada uno de los hijos; esto, como siempre en Dostoievski, hace que los personajes sean sumamente complejos, incluso contradictorios. Los grandes problemas se plantean no tanto en torno al asesinato del padre como en la interpretación filosófica que de ese hecho hace cada uno de los hermanos.
Los personajes Dmitri Karamázov es un juerguista, que aspira a «vivir a sus anchas». Acusado de haber asesinado al padre, aunque el autor verdadero sea Smerdiakov, se vale del juicio para hacerse un profundo examen de conciencia, del que sale moralmente renovado. Si la tragedia de Dmitri es social, la de Iván, el segundo hermano, es moral. Racionalista, intelectual, su mayor problema es la existencia de Dios. Pero el ateísmo de Iván no se revela en minucias cotidianas ni en discusiones dogmáticas. La existencia o no existencia de Dios forma parte de su propia vida, es su razón de ser.
La obra culmina con un apasionado monólogo de Iván, mediante el cual pretende ganar para su filosofía al menor, a Aliósha, contrapuesto a los demás hermanos por su bondad cristiana y su misticismo. Este monologo se llama «La leyenda del gran Inquisidor» y tiene por lugar de acción la Sevilla del siglo XVI; Cristo, que retornó a la tierra, es detenido en la ciudad porque es portador de un ideal de justicia, en momentos en que en la tierra se ha hecho necesario imponer la violencia para dominar a los hombres. De esta forma Dostoievski combate a dos de sus adversarios: el catolicismo y la idea socialista de gobierno apoyado en la fuerza.
En junio de 1880, fue inaugurado en Moscú el monumento a Aleksandr Pushkin. El acontecimiento adquirió magnitud de homenaje nacional al gran poeta. Con este motivo, Dostoievski pronunció un discurso en la Sociedad de Amigos de las Letras Rusas. El discurso causó un enorme impacto tanto por su fondo como por su forma. Las palabras pronunciadas entonces por él tienen hoy un valor extraordinario como síntesis, como balance ideológico de la trayectoria vital del propio orador; al referirse a Pushkin, Dostoievski estableció tácitamente su paralelismo con el poeta y así explicó, justificó e incluso magnificó su propia evolución.
Esta fue la última intervención pública del escritor, pues el 28 de enero de 1881 fallecía víctima de un derrame pulmonar.
Los contemporáneos de Dostoievski no pudieron descifrar hasta el final su secreto. Diez años después de su muerte el crítico Nikolái Strájov, amigo y correligionario de Dostoievski, escribía a Tolstoi: «Dostoievski creó a sus personajes a su propia imagen y semejanza y por eso describió un sinfín de hombres medio locos y enfermos, totalmente convencido de que los copiaba de la realidad y que así exactamente era el alma humana». Esta fue la respuesta de Tolstoi: «Dice usted que Dostoievski se describía a sí mismo en sus personajes. Ahí tiene el resultado: en estos hombres insólitos nos reconocemos no sólo nosotros, sus compatriotas: los extranjeros también reconocen allí su alma. Y es que cuanto más hondo se cava, tanto más sentimientos comunes, compartidos, entrañables, se hallan».